Publicado en El Periódico de Catalunya, 1990-XI-29
Las noticias de la prensa, la radio y la televisión, con su variedad e incesante novedad, parecen elegidas adrede para hacernos creer que, tal como proclamaba el filósofo francés Edgar Morin en un artículo reciente, "hemos abandonado el siglo XX y sus apocalípticas llamaradas para afrontar una nueva convivencia con la muerte".
Sin embargo, por suerte la vida transcurre al margen de las informaciones y a pesar de esa Razón que pretende dominarla. Y en su palpitar a cada instante, nos susurra que el futuro no está en el viejo dogma que nos condena a inmolarnos en aras de la muerte, sino m s bien en desaprenderlo para reaprender a convivir con la vida. Y en esta tarea, a veces encontramos gente que nos contagia su sabiduría para esa convivencia tan humana. En 1984 los médicos diagnosticaron a Pilar un cáncer de hígado. Y hace más de año y medio aceptó someterse a una operación como último recurso, le dijeron. Tras realizarle las pruebas que consideraron oportunas, le comunicaron que no se arriesgaban a abrir, y la enviaron a casa. "Ya no le tengo miedo a la muerte", me dice Pilar, que se ha ejercitado tanto en no renunciar a la vida, que los médicos la examinan como curiosidad científica porque - ella se ríe - "les sorprende que viva tanto".
Y es que acaso hoy más que nunca necesitamos nutrir nuestra capacidad de convivir con la vida creyendo en ella hasta diluir esos fantasmas de muerte que pueblan nuestra vigilia.