Publicado en El Periódico de Catalunya, 1991-I-22
Toda actuación encaminada a que unos seres humanos vivan a expensas de otros es un acto anti-humano. No importa que los gestos sean más anárquicos o más suaves, ni que se justifiquen con frases más duras o más blandas. Cualquier acción orientada a que unos seres humanos dominen a otros, es anti-humana. Y las palabras que intentan justificarla, contra-dicen (dicen en contra de) nuestra capacidad humana de convivencia armónica y nuestra aspiración al entendimiento.
Sin embargo, desde nuestra más tierna infancia se nos ha adiestrado para que repitamos unas explicaciones sobre la existencia humana que proclaman superiores a aquellos seres humanos capaces de realizar semejantes actos anti-humanos. Estos son los personajes que, a golpes de exámenes, hemos aprendido a ensalzar como protagonistas de la Historia y, en consecuencia, a valorar como personajes de la actualidad. Y la fe en semejante contra-dicción nos asfixia de adultez racista.
Por eso, cuando el presidente Bush decía que este es un momento histórico, la mueca de su rostro delataba su satisfacción por sentirse centro de atención no ya sólo de las cámaras, los micrófonos y las páginas de la efímera información, sino además de los libros de Historia que se transmitirán a las futuras generaciones, el orgullo de creerse el protagonista principal: la vanidad del alumno capaz de lo que sea por estar en el cuadro de honor.