Publicado en El Periódico de Catalunya, 1995-X-19
La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que ha desautorizado las medidas de discriminación positiva a favor de las mujeres puede significar un paso en la profundización en los planteamientos feministas y, en consecuencia, colaborar a solucionar la contradicción entre los principios que inspiran nuestras sociedades democráticas y las prácticas discriminatorias con que nos encontramos cotidianamente.
Ciertamente, las leyes discriminatorias no son menos discriminatorias porque se apliquen a favor de las mujeres, ni porque ésta sea la solución que en los últimos años ha propugnado el coro de las secciones feministas de los partidos políticos. Hay que cambiar el enfoque de una vez. Hay que exigir que los principios constitucionales, que proclaman la no discriminación, se cumplan: crear los mecanismos legales que garanticen que los hombres no ocupen predominantemente, ni en situaciones de privilegio, los puestos de trabajo y responsabilidad.
De este modo evitaremos, también, la proliferación de tribunales y otras instancias de poder monosexuales y, por tanto, antidemocráticas.
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