«EL SELF-HELP O LAS MUJERES RECUPERAN SU CUERPO»
El self/-help es un movimiento que se inicia cuando las mujeres comienzan a tratar de autodefinirse, una vez que comprenden su opresión específica. Es entonces cuando surge la necesidad de tratar de comprender cómo somos realmente detrás de lo que nos han obligado a ser durante tantos siglos.
Una de las primeras evidencias que saltan ante este plantea miento es que la idea básica en la que se apoyan para definir nuestra inferioridad y, por lo tanto, el papel que nos toca desempeñar en la sociedad, parte de nuestra diferencia biológica con los hombres, de nuestra capacidad de reproducción. Somos capaces de reproducir la especie humana, lo que significa que tenemos que pasarnos la vida pagando el pecado original: cuidando lo reproducido y el padre de lo reproducido, desarrollando solamente ese aspecto dulce y nutritivo de la maternidad, manteniendo la célula económica en la que se basa esta sociedad para su sobrevivencia a costa de nuestro trabajo no reconocido, a cambio de la limosna mensual o semanal que nos permite comer y cubrir las necesidades o los objetos superfluos que nos venden como necesidades para que sigamos encerradas y perpetuando la ideología dominante.
Pero la servidumbre no acaba allí. También tenemos que pagar un tributo sexual, y un tributo psíquico. La casa es la cárcel más pobre o más rica del mundo, pero cárcel al fin, que nos incomunica del mundo exterior, que pasa así enfrente, al lado o por encima de nuestras posibilidades: nunca compromete nuestra vida misma. Toda creatividad nos queda vedada. Toda participación en la construcción y el destino de la cosa pública queda cerrada porque las instituciones parten de la base de que el sitio de la mujer está por encima de todo en la casa, en la familia. Y aunque haya mujeres que trabajan -cuando a los intereses del Estado le conviene-, estudian, o aparentemente se proyectan hacia el exterior, ninguna de ellas podrá dejar de ser juzgada en función de su relación específica con las tareas que se le atribuyen como propias. Será una mujer «de verdad» si cumple ante todo con el rol de ser antes que nada «madre» en el peor sentido de la palabra, limitando sus posibilidades a transmitir la ideología dominante, y será culpable si intenta cualquier trasgresión a esta regla. Esto explica porqué tantas mujeres abandonan su trabajo o su carrera una vez que se casan y tienen hijos.
De vuelta a casa, todas sufrimos la consecuencia lógica: nuestra mentalidad no sólo no avanza, sino que más bien retrocede a un estado de brutalidad que nos hace reaccionarias, sumisas y temerosas, por terror a los cambios en los que no participamos. Y si no volvemos, ocupamos los puestos peor pagados, peor tratados y menos creativos.
Así es cómo surgió el self/-help (auto-ayuda). Como necesidad de manejar los instrumentos que nos permitan controlar nuestra vida reproductiva, en definitiva, nuestro cuerpo. Y al analizar los mecanismos montados para preservar nuestra sumisión, nos toparnos con la medicina, elemento fundamental en el juego miserable de nuestra marginación.
El control de nuestro aparato reproductivo (métodos anticonceptivos, aborto) y la definición de nuestra sexualidad, tienen que estar en nuestras manos. No puede ser patrimonio ni de los intereses del Estado, que decide cuándo liberalizar o penalizar las leyes de acuerdo con las necesidades de controlar la población que tienen los que quieren mantener la hegemonía de los que lo controlan todo, ni de los intereses de la sociedad machista en general, con sus instituciones, como la medicina en este caso, que no sólo controla y determina la idea de salud y enfermedad y conserva con todas sus fuerzas el conocimiento para que dependamos de los médicos alimentando sus bolsillos y privilegios de clase, sino que a través de los tiempos han demostrado que las mujeres en su camino eran un obstáculo que salvaron arrebatándoles el ejercicio de la medicina que antiguamente practicaban ellas para solucionar sus problemas específicos, y relegándolas de todas las tareas de responsabilidad y decisión como lo hicieron con las comadronas o con las enfermeras, y llegando al punto de erigirse en expertos de nuestra sexualidad, definidores de nuestras sensaciones en la menstruación, al parto, la menopausia o la cama.
La propuesta revolucionaria del self/-help es que las mujeres tomen, como grupo, ese control. Y así se viene haciendo desde el año 1971, en que un grupo de mujeres de Los Ángeles comenzaron a enseñarse mutuamente cómo auto-examinarse, compartiendo su conocimiento e información, mientras buscaban una técnica sencilla de auto-aborto -que encontraron- puesto que el aborto aún no estaba legalizado en los Estados Unidos.
Los grupos de self/-help estudian los métodos anticonceptivos existentes e investigan otros posibles, los problemas de la menstruación o la menopausia, remedios caseros para las veginitis-hongos, tricomonas, etc., las enfermedades venéreas, y fundamentalmente las mujeres se auto-examinan con un espéculo, aprendiendo a reconocer lo que es normal o anormal en ellas antes de que la anormalidad se exteriorice, y aprenden la autopalpación de mamas como métodos para detectar un cáncer en su primerísima fase, cuando aún no es un problema grave.
A veces estos grupos acaban montando clínicas.
Las razones médicas para esta práctica tal vez no sean tan importantes como el hecho de que las mujeres, como grupo, tomen control sobre un área fundamental de sus vidas. Porque manteniéndonos ignorantes nos mantenían también separadas, serviles, seguras y dependientes. E informadas somos m fuertes para enfrentarnos a muchas más cosas.
Por eso nosotras, en nuestro Colectivo, planteamos el self-help como alternativa para las mujeres.
Esto no significa que neguemos a la medicina lo que tiene de positivo en un momento de crisis, pero sí sostenemos que teniendo la información correcta (que ellos no nos darán para no perder su control ni su poder) podemos evitar los momentos de crisis y vivir en salud, y cuando tengamos que recurrir a ellos sabremos cómo defendernos de sus prácticas y conceptos. En todo caso, se trata de aceptar sólo tecnología y rechazar ideología.
Colectivo Feminista Pelvis, Mallorca, abril 1977
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