Publicado en El Periódico de Catalunya, 1992-VIII-23
Domingo, 2 de agosto: la OCDE considera que los objetivos de Maastrich tienen un coste, y pronostica que el paro se incrementará en los próximos 5 años, hasta alcanzar en 1998 al 16% de la población activa. Martes, 11: el INEM contabiliza 44.011 parados menos que el mes pasado, y sitúa la cifra total en 2.142.930 personas, el 14'1% de la población activa. Estos datos se contradicen con los del INE que considera que el paro afectó a 54.000 personas m s en el segundo trimestre de este año.
Domingo, 9: según previsiones del Fondo para la Investigación Económica y Social dependiente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro, a finales del año el paro alcanzará la cifra de 2.845.000 (frente a los 2.566.000 del pasado), y afectar al 18'5% de la población activa, esto es, un 2% más...
Las cifras no coinciden. Pero estas discrepancias no tienen demasiada importancia. Simple cuestión de metodología, de a quién se define como parado, y cómo se contabilizan. Obviamente, no tienen importancia para los investigadores que justifican sus buenos emolumentos cuantificando parados o lo que sea. O para el ministro de Trabajo que, como dice un amigo mío, sólo puede barajar estos números y dormir tranquilo (de lo contrario, no llevaría el cargo tan ricamente) porque las cifras disimulan la realidad humana que hay tras cada una de las personas en paro.
He aquí la utilidad de esos símbolos que se esgrimen para alegar objetividad y cientificidad.
Comments
Post new comment