Soy lo que soy y como soy porque hace más de seis décadas nací en Calamocha (Teruel), aprendí a hablar en La Carolina (Jaén), a descifrar las letras, los números, las notas y los compases musicales en Ejea de los Caballeros (Zaragoza), a hacerme preguntas y buscar respuestas en Tortosa (Tarragona), y a saborear la vida los veranos en Albarracín (Teruel). Por ser mujer, también aprendí a cocinar, a coser, descoser, cortar y confeccionar piezas con paciencia y atención.
Estudié Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Zaragoza (1964-1967), en la de Valencia me licencié en Geografía e Historia (1969), me doctoré en la de Barcelona (1984), y me gradué en Periodismo en la Escuela Oficial situada en las Ramblas (1973).
Empecé mi vida profesional como profesora de Geografía, Historia, Latín, Griego, en centros de enseñanza secundaria. En 1971 dejé la docencia por el periodismo en la prensa de Barcelona y compartí ilusiones con el Grupo de Periodistas Demócratas y el Movimiento Feminista. Pero en 1978 tuve que dejarlo. Regresé a las aulas, a la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y mis reflexiones sobre el papel que tienen, deberían y podrían tener los medios de comunicación en una democracia me forzaron a liberar mis pensamientos de las hechuras androcéntricas asfixiantes para poder tejer otras lógicas, en las que podamos reconocernos mujeres y hombres de diferentes edades, procedencias y condiciones sociales que queremos construir una convivencia más justa, plural, en red y de forma cooperativa.
La complicidad de Julián, de mi hija Núria, de mi hijo Jofre, de mi nieto Aicard, de mi nieta Sara... y de otras muchas y buenas compañías, me han ayudado a sobrevivir a los rigores de las confrontaciones profesionales y a las tensiones de los compromisos políticos feministas a los que no renuncio.
Que Internet nos sirva para compartir la memoria de reflexiones, aspiraciones y sueños.