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Cambiar los modos

Publicado en El Periódico de Catalunya, 1992-II-8

        Desde que Felipe González la sedujo con la promesa de "vamos a cambiar los modos" y ella le entregó uno de los votos que le llevaron a la presidencia, mi amiga me ha abrumado con sus lamentos cada vez que una frase o un gesto de éste u otro político le han recordado actitudes dictatoriales. Y ha tenido tantas ocasiones, que casi ha puesto en peligro nuestra amistad. Pero al fin el otro día la encontré con otro ánimo. Que dimita un ministro ante un escándalo financiero, y que el presidente de la Generalitat pida disculpas por pronunciar una frase racista son, según ella, claros indicios de que empiezan a imponerse otros modales más democráticos.

        Ciertamente, la democracia no depende sólo de las leyes o las declaraciones: depende también de cómo cada persona hacemos funcionar las instituciones. Y tampoco basta con que ejerzan el poder quienes se definen como demócratas para que el poder se democratice. Lo hemos visto estos años: la dictadura no acabó el día que se aprobó la Constitución. Ha pervivido en gestos tajantes, actitudes excluyentes, descalificaciones e insultos (aunque a alguien le resulten divertidos). Y pervive, por ejemplo, en ese juego de disculpas y justificaciones que enturbia ahora el debate sobre la corrupción. Seguramente, porque hace falta tiempo para despegarnos los modales autoritarios que nos empaparon el cuerpo en la infancia. Por eso era tan convincente aquel propósito.

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