Publicado en El Periódico de Catalunya, 1991-III-31
Recorrer la exposición titulada "La posguerra de les dones", deja un regusto agridulce, y es que los objetos y las fotografías reunidos en tres salas de la Casa Golferich no nos transportan sólo a lo que vivieron las mujeres. Nos evocan el cada día denso y entrañable compartido criaturas, mujeres y hombres en los 40 y 50, pero que hemos aprendido a excluir de la Historia que hemos estudiado.
Porque el ciclo que conduce del nacimiento de una criatura al de otra criatura de la generación siguiente, no es sólo una historia de mujer. Está poblado de madres, padres, abuelas, hijas e hijos, tíos, hermanas, nietos, vecinas, amigos... Tampoco es una historia encerrada en las paredes del hogar: en el mundo del trabajo asalariado y sumergido, en las calles, en los bailes..., se entremezclaban mujeres y hombres. Ni siquiera es una historia inmutable generación tras generación; por el contrario, el paisaje doméstico de nuestra infancia es bien distinto del que compartimos hoy con las criaturas. Y precisamente en este paisaje cotidiano - en las marcas de tantos electrodomésticos y tantos otros objetos de uso habitual - encontramos las huellas de esa profunda transformación social que, en un par de generaciones, nos ha convertido en partícipes del banquete transnacional.
Nos hallamos, pues, ante los pespuntes de cada historia personal que cosen el traje de la historia colectiva.
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