Publicado en El Periódico de Catalunya, 1992-XII-17
La escasa atención que los medios de comunicación de masas de Barcelona suelen prestar a las comarcas meridionales de Catalunya pone de manifiesto la consideración que merecen en el debate político, o sea, en el reparto de los recursos colectivos. Víctor Gimeno, diputado de Iniciativa per Catalunya, acaba de denunciar que el volumen de inversiones de la Generalitat en la Vall d'Aran, Alt Empordà y la Cerdanya triplican o cuadriplican las realizadas en el Montsià, y este reparto no queda compensado ni por el Plà Unic d'Obres i Serveis para 1992-95, ni por la distribución del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, del que se ha excluido al Montsià y al Baix Ebre, a pesar de estar entre las comarcas con niveles de renta más bajos de Catalunya.
Pero el pasado fin de semana les Terres de l'Ebre han sido noticia: una caravana de coches ha recorrido varias localidades y a su paso ha recibido el apoyo del vecindario que ha expresado así su oposición al plan hidrológico que se propone desviar las aguas del Ebro hacia Barcelona, Valencia, Aragón y Murcia.
Desde la distancia con que se mira hacia el sur en Barcelona, esta actitud puede parecer un acto de egoísmo para no compartir este bien tan preciado que es el agua. Pero el trasvase del Ebro puede privar a estas tierras de su fuente de vida y su equilibrio natural, al mismo tiempo que fomentar el gigantismo de otras, cuya sed resulta ya hoy insaciable.
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